lunes, 3 de septiembre de 2012

La clase


Aunque a primera impresión lo parezca, con mis piernas cruzadas bajo el pupitre y mis ojos distraídos yendo del profesor al pizarrón y luego hacia la ventana, yo no estoy en esta clase. Me he alejado de ella desde el momento en que traspuse el umbral y me senté en el lugar acostumbrado. La primera impresión, al igual que las demás, es siempre mentirosa.
Mis compañeros tampoco están en esta clase. Aunque parecieran hallarse tomando notas sobre la toma de Constantinopla por los turcos, atentos y con el seño fruncido, a mí no me engañan. Yo los conozco muy bien y sé que ninguno de ellos está aquí.
El profesor tampoco está en esta clase. Habla sin la rutina a la que nos tiene acostumbrados. Habla con pasión, con énfasis. Con demasiado énfasis. Como si verdaderamente le interesara la toma de Constantinopla. Como si su forzada exageración pudiera ser capaz de convencernos de que sí, es cierto, él está aquí. Al contrario, el énfasis, la exageración son las pruebas más convincentes de que él no está aquí.
Este salón está vacío y en él ronda ese olor a muerte que posee toda ausencia.

Edmundo Paz Soldán
Desencuentros
(2004) Alfaguara. Miami